No diga Halloween, diga Samaín.

Ya sabeis que en #ladespensadeldiario somos unos fans acérrimos de los #productosdeleon y las tradiciones locales, por lo que asistimos atónitos al penúltimo anglicismo de moda, que a fuerza de series de televisión, películas y tendencias en redes sociales, nos invade desde los EEUU. No tendríamos ningún inconveniente en defender la fiesta de Halloween o cualquier otra fiesta, si no fuera porque se está convirtiendo una tradición que ya existía, en otra que no tiene mucho sentido, puesto que la única finalidad es la de vender y favorecer el consumismo, transformando nuestra tradición en la gran fiesta de los bazares.

Para empezar, la tradición española es la fiesta del día de todos Los Santos, aunque en México, le llamen el día de difuntos, y al final los americanos del norte, adoptaron el término «Halloween», o Hallowe’en en contracción de All Hallows ‘evening (la Víspera de Todos los Santos), antes de que llegaran las películas y las series de plataformas, no implica necesariamente terror, pero tampoco inocentes juegos de disfraces, porches repletos de caramelos y calabazas y un interior de historias de fantasmas.

El fin de año Celta

El Samaín (o Samahin) es la festividad de origen celta más importante del período pagano en Europa hasta su conversión al cristianismo, en la que la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre servía como celebración del final de la temporada de cosechas en la cultura celta y era considerada como el «Año Nuevo Celta», que comenzaba con la estación oscura.

Es tanto una fiesta de transición (el paso de un año a otro) como de apertura al otro mundo. Su etimología es gaélica y significa «fin del verano». El calendario celta dividía el año en dos partes, la mitad oscura comenzaba en el mes de Samonios (lunación octubre-noviembre), y la mitad clara, a partir del mes de Giamonios (lunación abril-mayo). Se consideraba que el año empezaba con la mitad oscura; así, Samonios se convertía en el año nuevo celta. 

Cuando los romanos ocuparon los dominios celtas asimilaron la fiesta del Samaín entremezclándola con la fiesta de la cosecha romana en honor a la diosa Pomona; pero a partir de la cristianización del Imperio y durante los siglos posteriores la fiesta pagana se fue cristianizando y comenzó a denominarse “La Víspera de Todos los Santos”, por la fiesta cristiana del día siguiente.

Las tradiciones locales existían por toda Galicia hasta hace menos de treinta años. En algunas zonas rurales de Asturias es una tradición que, con más o menos intensidad, se ha mantenido. Además, también comprobó su pervivencia en aldeas de habla gallega, y en zonas de Zamora y de León. Sobretodo en el Bierzo, existe una relación de la costumbre de las calabazas con el culto a la muerte y a semejanza con las tradiciones hermanas de las islas británicas. Aunque por estos lares, la relación entre el Samain y Magosto es más que notable, celebrando así el Magosto unido a la celebración del cambio de estación.

Celebremos nuestras tradiciones

Si partimos de la base que una «Tradición» es cada una de aquellas pautas de convivencia que una comunidad considera dignas de constituirse y mantenerse de generación en generación, y que después de esto sigue como una parte integral de sus usos y costumbres y se mantiene para que sean aprendidas por las nuevas generaciones, como parte indispensable del legado cultural, nuestra obligación es defender las tradiciones que nos traspasaron nuestros padres, y a ellos, nuestros abuelos.

De la generosidad de la tierra, podemos disfrutar de una de las tradiciones más deliciosas de la época, acabamos de mencionar a Los Magostos, como celebración con castañas asadas, siempre que sea posible, del Bierzo. Acompañadas de Chorizo de León, y cómo no, vino de cualquiera de nuestras D.O. provinciales, la D.O.León y la D.O. Bierzo.

Aunque también podemos mencionar el «Ferbudo del Bierzo», que no es otra cosa que vino del Bierzo, mezclado con miel de León, y servido caliente, para llevar mejor las noches que ya refrescan.

Comienza el frío y bien se puede a celebrar la temporada de Cocido Maragato, el cocido leonés, o los Botillos del Bierzo, platos contundentes que aportan «templanza» a la dieta.

Y cómo no, unos dulces típicos que no pueden faltar en cualquier evento, desde los tradicionales buñuelos de viento a los huesitos de santo o cualquier dulce de todos Los Santos. (con o sin forma de calabaza).

Con productos de León, siempre es mejor

En definitiva, que creemos que aunque nos encanta ver a los niños disfrutar de un día de disfraces y diversión (que antes no sucedía) tenemos que dotar de contenido tradicional a esta fiesta, y eso está en nuestra mano, explicando el origen de la celebración, y sobretodo consumiendo los #productosdeleon que desde #ladespensadeldiario te recomendamos cada día.