Llega el «Magosto», mucho más que castañas.

No solo son Castañas asadas, el Magosto es Magia, tradición y gastronomía.

De origen Celta, que celebraban la fiesta del final de las cosechas (Samaín), el nuevo año celta o el final del verano, ha llegado a nuestros días como celebración típica del noroeste, sobretodo del Bierzo. Castañas, chorizo con patatas cocidas y vino mencía… una combinación ganadora.

No resulta difícil de imaginar la escena, en la penumbra de la noche, entre viejos castaños y hayedos, se ve el refuljor de las hogueras en los Soutos, entre las siluetas iluminadas, podemos distinguir a algún druida manejar el chambombo lleno de castañas, al bardo entonar canciones típicas y a las mujeres preparar las viandas, léase: chorizo y cachelos, además de abrir los toneles de rico vino del Bierzo. Parece sin duda una irreductible aldea celta, pero es en realidad, cualquier pequeño pueblo de el Bierzo.

Los celtas le llamaban «Samhain» y marcaba el final de la temporada de cosecha, una fiesta en torno al fuego purificador y a las castañas como gesto de honra hacia la madre tierra que todo proveía, cuando el comienzo del frío del otoño y el final de las labores del campo, invitaban a reunirse alrededor del fuego. Chorizos, patatas y sobretodo castañas, en la época en la que los erizos llegan al suelo, y estas son recogidas o «apañadas», no sin la ayuda de buenos vinos de Mencía, para que todo «pase mejor». 

Las castañas caen al suelo en sus erizos, y al pisarlos, se produce la magia, las castañas más famosas de España, las del Bierzo, que siendo un producto de temporada, el tiempo, la sabiduría y sobretodo la perseverancia de los biercenses, han conseguido transformarlo en productos de fuera de la misma, en crema de castañas, en almíbar o incluso pilongas secas para la cocina, pero es cuando comienza el frío, entre octubre y noviembre, cuando la castaña se disfruta fresca en todo su esplendor.

La tradición de los magostos, es además considerada fiesta de interés provincial, una fiesta totalmente arraigada en el pueblo berciano, donde se celebra en igualdad democrática a la hora de hacer cola, de comer de pie, el chorizo y el pan, mientras se calientan también las manos con un buen puñado de castañas recién asadas. 

La castaña, la gran protagonista de esta fiesta, es uno de los alimentos más antiguos de la humanidad. Ya desde la época del Paleolítico, el hombre se alimentaba de ellas. El árbol que la produce, el castaño, vive muchos años y el fruto que produce depende, en gran medida, de la calidad que tenga en el suelo en el que crece, siendo excelente en todo el Bierzo, por su especial microclima y características minerales.

Este producto, cuenta con un consejo regulador, de la marca de Garantía Castaña del Bierzo, que es el encargado de velar por la calidad de la castaña, los controles de calidad y la trazabilidad, busca siempre el emblema de Marca de Garantía, para estar seguro que es producto de León, producto local.

Es en épocas de crisis, donde el Bierzo, siempre tan pródigo en castañares por su climatología propicia a estas masas arbóreas, han hecho posible que los recursos naturales adquieran una especie de don al alcance de todas las fortunas. Por ese motivo, y desde los tiempos en que los celtas señoreaban las tierras que un día los romanos llamaron Bergidum, las castañas estuvieron presentes en las dietas que fueron una constante durante siglos por la facilidad de su adquisición, conservación y plenitud de sus nutrientes. Aquellos hombres prehistóricos consideraban que las castañas no eran frutos producidos por su trabajo, sino por la divinidad, por lo que en principio, a ésta pertenecían y así lo agradecían celebrando fiestas en su honor.

Es ahora, bien entrado el siglo XXI, cuando además de las castañas los famosos chorizos con cachelos, su embutido típico curado en la montaña y los vinos mencía de su Denominación de Origen Bierzo, los magostos se convierten en un homenaje a la tierra, a las gentes y a los magníficos productos de León.

Chorizos en todo su esplendor, cachelos cocidos como acompañamiento, el pan típico artesano, las castañas, que queman pero no puedes dejar de comerlas, y el ambiente amable de la charla y la sensación de comunidad, no solo es gastronomía, el pueblo berciano se muestra tal cual en esta celebración, con toda la tradición que pasa de padres a hijos, y que refuerza el sentimiento de comunidad con identidad propia, donde unos se encargan del fuego, otros de hacer pequeños cortes en la castaña, otros de repartirlas… todos participan en el magosto.

La castaña es un alimento saludable con importantes beneficios nutricionales. Se trata de un fruto seco muy rico en hidratos de carbono y fibra, así como en vitaminas del grupo B y minerales como el magnesio, potasio, hierro y fósforo. Además, dado su alto contenido en agua es un fruto con un bajo contenido en grasas.

Déjate caer por el Bierzo si no has probado nunca un Magosto, descubre el carácter abierto y amigable de sus gentes, los deliciosos productos que te ofrecen, la bondad de sus vinos y la calidez del entorno.