El Pan de León, el humilde imprescindible.
Parece que siempre que hablamos de Productos de León, lo hacemos de esos productos que brillan con luz propia, desde sus atalayas, como grandes productos con sabor, color y textura inmejorable, o como los deliciosos vinos, pero en la mesa, el que realmente nunca puede faltar, bien sea para un pequeño picoteo, o para un contundente cocido, es el producto que acompaña a todos y que siempre es un maridaje perfecto: EL PAN.
El origen del pan, se remonta a los albores de la humanidad, cuando descubrieron que para poder alimentarse con cereales, había que procesarlos antes, molerlos, mezclarlos con agua para hacer una pasta y después cocerla al fuego, con esos rudimentos, comenzó uno de los productos más tradicionales que puedes encontrar, en todas las mesas de diferentes culturas, siempre adaptado a las materias primas de cada zona.
No en vano, es uno de los alimentos que más ha evolucionado en la historia a los largo de los siglos, siempre como actor secundario, pero siempre con la importancia de cohesionar la amalgama de sabores de cualquier mesa, desde la más sencilla acompañando a queso o embutidos, (o ambos, magnífica mezcla) hasta los platos más elaborados, los soufflés más extravagantes y los bocados de delicatessen más exclusivos. Ahí reside su grandeza, el pan es necesario para esas «cenas de picoteo» y para sentarse y disfrutar de un exquisito guiso.
Con la llegada de las costumbres «hípsters» llegaron la puesta en valor de la masa madre, los panes artesanos, los panes de calidad y después del confinamiento, cuando muchas personas comenzaron a fabricar su propio pan en casa, es cuando se ha empezado a valorar de verdad el oficio del panadero. El panadero siempre vinculado a la cultura del país o la región, ya que poco tiene que ver el pan de hogaza de tierra de campos con el pan negro alemán «pumpernickel» o el pan noruego, aunque todos conservan su esencia.
La clave de la diferencia entre el pan «industrial» y el artesano, reside fundamentalmente en los tiempos de preparación de la masa, y en las materia primas, todas estas circunstancias convierten al pan en mucho más saludable.
Los procesos cortos de fermentación de las fabricaciones industriales, no dejan que las bacterias descompongan el gluten y el índice glucémico es mucho más alto al no completarse el proceso por completo. Mientras que el pan artesano, hecho de forma más lenta, en el que la fermentación es más larga, es muchísimo más sabroso y se digiere mejor.
Si hablamos de acompañar con éxito, incluso de llegar a eclipsar al plato principal, el pan de León, que podemos encontrar en La despensa del Diario, cumple con creces. Panaderos y panaderías comprometidos con el producto básico indispensable, como Panadería Cadierno y todos sus tipos de pan diariamente, horneados en su obrador, o otro de los grandes ejemplos de panadería de calidad en nuestro provincia, Panaderías Fledelso, que desde su obrador de Lorenzana, ha conseguido varios premios al mejor pan artesano, y que sigue demostrándolo cada día. Mientras que la Panadería Tierra de la Reina, a los pies de los picos de Europa, mantiene una tradición panadera ancestral, con unas hogazas de montaña leonesa, que vuelven loco a más de uno.
Recuerda, que si quieres realzar el sabor de los #productosdeleon y seguir apoyando a productores y pequeños comercios, no puedes elegir cualquier pan, busca el pan artesano, el de León, el que se hace cada día con la ilusión de pertenecer a una tierra que pone en valor, a sus productos, a todos, a los más vistosos, sin olvidarse nunca de los más humildes. Así lo vemos desde el suplemento digital del Diario de León, #ladespensadeldiario