El origen de las Torrijas
Mucho ha llovido desde que se inventaran las Torrijas, mucho han evolucionado, (y lo que les queda) para este postre tradicional, y tan extendido por todo el mundo y en diferentes culturas. Este año, lamentablemente, nuestros amigos de la Academia Lonesa de la Gastronomía han tenido que suspender por segundo año consecutivo, el tradicional concurso de torrijas, (con la pandemia hemos vuelto a topar), pero nuestro equipo de investigación ha estado buceando entre manuscritos y legajos, para contarte de dónde proceden las torrijas y por qué son típicas de Semana Santa.
Vamos a situarnos, siglos atrás, y con un alimento de base tan fundamental como es el pan, un elemento sencillo y un ingrediente modesto que se cuela en todas las mesas del mundo. Sigamos situándonos, pensando que todos los días muchos mendrugos de pan sobran de las mesas de los más pudientes, y el pan, como todos sabemos, de un día para otro, pierde cualidades; pues bien, no es casualidad que para poder reutilizar ese elemento alimenticio, se le haya ocurrido a muchos cocineros del mundo, y de diferentes culturas, prepararlo de una manera sencilla, para aprovecharlo, de la mejor manera posible.
Los franceses lo llamaron «pain perdú» (pan perdido) los portugueses «fatias douradas» y los alemanes «Arme Ritter» sea como fuere, las torrijas fueron el paso evolutivo más sencillo de la llamada «cocina de aprovechamiento» que siempre vuelve, sobretodo en tiempos de crisis y hambrunas. Eso si, siendo tan delicioso el resultado, aunque sean tiempos de bonanza, nadie se olvida de las torrijas.
La torrija, también llamada tostada francesa, es un plato hecho de una rebanada de pan que es empapada en leche, almíbar o vino y, tras ser rebozada en huevo, se fríe en una sartén con aceite. Se endulza con miel, melaza o azúcar y es aromatizada con canela. Esta es la base clásica, pero las variantes llevan a mil mezclas imposibles, torrijas saladas, o cualquier otra fantasía.
En la edad media, se empezó a hacer torrijas para las parturientas, aprovechando que era un producto calórico, que aportaba mucha energía a las futuras madres, y que al contener leche, podían pensar aquello de «lo que se come, se cría», y en muchas culturas, hay referencias a las «tostas de parida» en lugar de torrijas.
La explicación a que sean típicas de Semana Santa, es porque usan exclusivamente ingredientes permitidos por las leyes de ayuno y abstinencia, siendo así una de las pocas «alegrías» que se podían permitir los cristianos en época de ayuno y abstinencia.
Cada cocinero, tiene su truco, cada repostero su ingrediente secreto, hay muchas posibilidades de probar cualquiera de sus muchísimas variantes de las torrijas realizadas con productos de León. Acércate a tu confitería de confianza para degustar las torrijas, como las deliciosas de Confitería Asturias o las Bañezanas de Confitería Conrado o las de Confitería Fuensanta todas realizadas con productos de León.
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