Morcilla, rosquillas y San Froilán contra la Covid19
Morcilla, avellanas, sopas de ajo, embutidos, huevo frito con cachelos y chorizo entrecallado, flanqueados por unas deliciosas rosquillas de San Froilán. Estos productos típicos de la gastronomía leonesa con los que se celebra la fiesta más tradicional de nuestra provincia: el día de San Froilán, aún en tiempos de covid.
Aunque este atípico año, no vamos a poder celebrar el día de San Froilán, ni la romería hasta la Virgen del Camino a «tocarle las narices al santo», los leoneses vamos a poder celebrarlo a nuestra manera, que es recordando los sabores, las texturas y los aromas de los productos típicos de estas fechas.
A falta de desfile de pendones, y de «perdones» (las avellanas tostadas) los leoneses celebraremos San Froilán al estilo pandemia, en familia y sin jolgorio, pero con todo el sabor de las fechas que se conmemoran. Porque en este caso, la procesión irá por dentro, eso si, sin renunciar a la tradición del sabor leonés.
La Morcilla, como el producto rey de san Froilán, es un producto de todo el año, pero en estas fechas cobra especial significación, la tradición popular en la provincia de León recoge también la fórmula perfecta para conseguir una buena morcilla. El refrán leonés «la morcilla sabrosa, picante y sosa» muestra cómo el truco está en conseguir un sabor que no sea ni soso ni salado acompañado de un toque de pimiento picante.
La morcilla es un alimento vinculado al rito de la matanza familiar como una forma más de aprovechamiento del porcino. Es en la zona norte y de montaña donde el producto adquiere una mejor curación gracias al clima frío, seco y con fuertes heladas de los meses de diciembre y enero.
Existe la posibilidad de visitar algunos de nuestros establecimientos hosteleros, donde en estas fechas nos ofrecen menús especiales para San Froilán, chorizo entrecallado, morcilla de León, patatas cocidas (o cachelos) y huevo frito, sin duda, el sabor tradicional de San Froilán en un solo plato, o raciones a discreción del producto deseado. No dejes de visitar a la hostelería leonesa, que siempre está manteniendo las tradiciones, añadiéndole así al tradicional sabor, el típico paseo por las calles de nuestras ciudades y pueblos.
Y por supuesto, brindando, como no podría ser de otra manera, con alguno de nuestros vinos prieto picudo de León.
De lo que no hay ninguna duda es de las cualidades nutricionales de la morcilla. Así lo atestigua un estudio realizado en la Universidad de León por Enrique Alfonso Cabeza. Analizó sus características físicas, químicas y microbiológicas. Con los datos de caracterización y sus propiedades, estableció unos criterios de calidad del producto con el objetivo de que pudiera conseguir algún día una marca de calidad. Con especial incidencia, además, en la materia prima utilizada en su producción.
Entre las cualidades nutricionales observadas, destaca su alto contenido en fibra dietética y hierro. También resaltan los compuestos azufrados de la cebolla. Todo ello convierte a la morcilla en un alimento beneficioso para la salud y el bienestar.
«La morcilla es un producto económico, con sabor especial y unas características que dan mucho juego a la hora de cocinarlo», asegura Beatriz Suárez, la portavoz de la asociación de productores de Morcilla. Las nuevas demandas del mercado y la restauración han provocado innovadoras presentaciones de la morcilla, además de las típicas ristras de frescas embuchadas. El envasado cobra fuerza gracias a la pasteurización que logra alargar la vida de este manjar de la gastronomía leonesa, un producto imprescindible en las cartas de los restaurantes y un sabor por el que los turistas suspiran también.
Esto facilita mucho el consumo y la distribución, ya que estamos siendo testigos de una verdadera revolución al encontrar morcilla fresca en bote (pasteurizada) que puede ser enviada por transporte hasta el hogar de los miles de nuevos consumidores de este producto tan típico.
Pero no solo de carne vive el hombre… y menos si se trata de celebrar algo, y la seña de identidad de San Froilán, no puede pasar por alto las famosas «Rosquillas de San Froilán» sin duda, el broche de oro para recordar nuestra tradición.
La pequeña historia de las Rosquillas de San Froilán
Ya conocemos la historia de esas deliciosas rosquillas que cada año endulzan la fiesta de San Froilán, el santo patrono de la diócesis leonesa, y vamos a contársela tal y como nos la ha relatado uno de los más ilustres confiteros de la capital, Luis César García González, el jefe supremo de los obradores de la renombrada Confitería Asturias.
Nos ha contado César que la primera vez que estas ahora famosas rosquillas se hicieron en León, fue hace ya bastante más de veinte años, su procedencia bien pudiera ser de la confitería alemana que tan bien conoce Santiago Pérez, de las desaparecidas Confiterías La Coyantina. Santiago hizo el servicio militar en Gijón y aprovechó este tiempo para aprender en el obrador de un ilustre confitero alemán instalado entonces en la marítima plaza.
Después vivió varios años en Alemania, siempre aprendiendo. Él, hizo estas rosquillas de San Froilán por primera vez en esta plaza y, la verdad, no obtuvieron un éxito demasiado importante. Por ello dejó de ofrecerlas en sus confiterías, aunque no las ha olvidado ni mucho menos, ya que figuran en los estupendos recetarios de la escuela que el creó y que aún sigue funcionando bajo de dirección de su hijo.
Fue Cesar el que andando el tiempo, hace ocho o diez años recuperó la receta y las presentó en La Asturiana, cosechando un éxito importante. A partir de aquí son muchos los que se han unido para festejar al ilustrado santo y así en este momento se han convertido en unas rosquillas muy apreciadas por los leoneses.
Aunque hay una confitería en Madrid -La Mallorquina- que las ofrece durante todo el año. Con una diferencia, las madrileñas son de un tamaño bastante más grande, aunque con las mismas características. Sus ingredientes son: leche, mantequilla, harina, huevos y azúcar.