Morcilla de León, con apellido.

La morcilla coloca a León en el mapa de los productos con apellido

Hay productos que son marcas por sí mismas del territorio del que toman el apellido. La morcilla, nombrada sin más, puede ser de cualquier sitio. Pero la sabrosa, sosa y picantona, hecha con la sangre del cerdo, cebolla bien picada y unto como ingredientes principales, puede ser de
León solo. El emblema luce un año más por la época de la matanza como uno de los reclamos de la despensa de esta tierra, en la que no hay otoño sin morcilla como no existe invierno que se coma el lobo.
El producto se mantiene por la inercia que tiene la marca, con una decena de productores que trabajan por su cuenta pero sin unidad de acción para lograr el sello de calidad. No hay intención tampoco, pese a que los estudios elaborados por el Instituto de Ciencia y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de León están hace años guardados en un cajón a la espera del impulso para caminar hacia la IGP. Pero no se da un paso porque todas las empresas son «recelosas» y parten de la convicción de que «se llama igual» pero cada una «es diferente de la del competidor», como admite Beatriz Suárez, portavoz de la asociación, en la que apenas hay actividad y que tan sólo agrupa a cuatro de las empresas que hay en la provincia. Sin esa unidad, la consecución del objetivo, que permitiría que no se aprovechen otros territorios para colocar la etiqueta de León, se diluye y se complica más aún por el problema de tener cumplir con la obligación de que todas las materias primas sean de la zona, algo difícil sobre todo porque la producción de la cebolla no da abasto.
Aunque, cada uno por su lado, los productores leoneses se abren paso en el mercado. Más allá de León, donde se queda casi el 70% de la producción total, y de Madrid y Asturias, que son los dos territorios externos que más demandan, la morcilla ya tiene asentada su entrada en otras zonas como Andalucía, Barcelona, Baleares o Canarias. El salto siguiente fuera de las fronteras nacionales ya tiene ejemplos al rebufo de los avances en los métodos de conservación y el envasado. La pasteurización, que permite que no caduque con tan poco espacio como el entripado en fresco, da unas oportunidades mayores al producto, que ya tiene un hueco en las cartas de los restaurantes con cocina de autor y en las despensas a miles de kilómetros.
La morcilla pone a León en el mapa