La herencia más valiosa
El enólogo Nacho Álvarez ha creado en Puente de Domingo Flórez un proyecto apoyado en viñedos de más de un siglo y la historia aprendida de sus ancestros.
M. Carro.
Vivir, viajar, disfrutar y recordar son cuatro verbos, sí, pero también una forma de vida, la que promulga la Bodega Pago de los Abuelos. Un proyecto que vio la luz hace tan solo unos meses con el objetivo de recuperar y poner en valor el viñedo viejo de una zona olvidada en lo que a producción vitivinícola a nivel comercial se refiere. Su promotor, propietario y enólogo, Nacho Álvarez, ha hecho realidad un sueño propio y el de una generación entera, la de sus abuelos. Y lo ha hecho en Puente de Domingo Flórez, San Pedro de Trones y San Juan de Paluezas. Entre todos ellos, ha reunido seis hectáreas de viñedo de valor incalculable por la historia que sostiene. Las ha comprado todas para rescatarlas del olvido y a cada vino nacido de sus entrañas le ha puesto el nombre de quien fue su propietario original.
«El viñedo más joven que tiene la bodega, un godello de la zona de Puente de Domingo Flórez, es de 1910. Son viñedos de más de cien años, parcelas muy antiguas en zonas desconocidas para la gran mayoría de la gente», explica Nacho Álvarez. Suelos calizos, de pizarra y arcilla que dan lugar a vinos de las variedades Mencía y Godello, pero también Estaladiña y Negreda.
De los Abuelos 1890 Mencía, con una producción de 1.100 botellas, y De los Abuelos Godello, con 2.000 botellas, fueron los primeros vinos de esta joven bodega, la piedra angular de un proyecto que nació sobre la herencia recibida de sus abuelos Floripes y Guillermo, el viñedo Barreiros (1890), en Puente de Domingo Flórez. También aquí están los viñedos Baixolín (1908) y la parcela de Coroa (1910), de la que sale el vino De los Abuelos Godello, con una producción de 3.000 botellas.
El viñedo Teiró (1902) de San Pedro de Trones es la cuna de De los Abuelos Rosado, «un vino fresco y muy mineral», subraya el enólogo para después destacar la Mencía centenaria y el suelo calizo de los viñedos de San Juan de Paluezas, de los que obtiene el vino De los Abuelos Mencía, con una producción de 4.000 botellas.
«El proyecto intenta representar el cariño por unas tierras y unos superhéroes, los abuelos aquellos que quisieron, y muchos no pudieron, vivir del viñedo y del vino. También viajar, como lo hacen las botellas; disfrutar de lo que sentimos al abrir la botella en compañía y recordar lo mucho que trabajaron y trabajan nuestros antecesores para dejarnos un legado». De nuevo esos cuatro verbos, dedicados a una generación pasada a la que este joven viticultor rinde culto no sólo con la palabra, también con las manos que labran la tierra que aquellos a quienes ha comprado el viñedo —sus abuelos y los de familiares y amigos— labraron primero.
Pago de los Abuelos marida lo viejo y lo nuevo, lo ancestral y la innovación, el vino y la vida, el trabajo con el homenaje y el futuro con la herencia recibida, a sabiendas de que el mayor tesoro del Bierzo es su viñedo viejo, el terruño centenario.